Para muchas personas, la palabra “insolvente” suena a fracaso, a vergüenza… o incluso a castigo.
Pero ¿y si te dijéramos que declararte insolvente puede ser el primer paso para recuperar tu vida?
En Empieza de Cero vemos esto cada semana: personas atrapadas por las deudas que, después de iniciar el proceso de la Ley de Segunda Oportunidad, respiran por primera vez en años.
Si tú también estás en ese punto en el que no puedes más, te contamos qué ocurre después de dar ese paso.
Spoiler: no es el fin. Es un nuevo comienzo.
Primero lo primero
1. Se paralizan los embargos y reclamaciones
Sí, así de claro. Desde el momento en que se admite a trámite tu solicitud, los embargos, intereses y recobros se detienen.
Eso significa que nadie más puede tocar tu nómina, tu cuenta o tus bienes mientras se resuelve tu caso.
Vas a poder vivir con tranquilidad mientras dura el proceso.
2. Dejas de pagar tus deudas de inmediato
Uno de los grandes alivios. Al acogerte a la Ley de Segunda Oportunidad, ya no tienes que seguir pagando a los acreedores que te acosan cada mes.
Todo queda en pausa legalmente, y solo tendrás que pagar si el juez lo establece después, en un plan adaptado a ti.
Y muchas veces, ni siquiera eso: puedes conseguir la exoneración total.
3. Puedes conseguir la cancelación definitiva de tus deudas
Cuando se dicta la exoneración, disfrutas de una cancelación provisional durante cinco años.
Solo en caso de que te toque la lotería o recibas una herencia millonaria, podrían pedir una revisión (y ni siquiera siempre lo logran).
Pero si no ocurre nada extraordinario, a los cinco años la cancelación se vuelve definitiva e irreversible.
Ya no deberás nada. Y sí, es legal. Y sí, puedes volver a empezar.
Adivina qué más…
También puedes borrar tu nombre de los ficheros de morosos. ASNEF, EXPERIAN, RAI… todos esos ficheros donde te meten cuando tienes impagos.
Con la exoneración definitiva, puedes solicitar que te borren de todos ellos y volver a tener acceso a productos financieros, alquileres, etc.
No solo eliminas la deuda: recuperas tu identidad financiera.
¿Podrás volver a pedir una tarjeta, un préstamo o alquilar una vivienda? Esta es una de las grandes dudas. La respuesta es sí, pero no de forma inmediata.
Durante el proceso y hasta que la cancelación de tus deudas sea definitiva, es probable que tu nombre siga figurando en ficheros de morosos como ASNEF o RAI.
Sin embargo, una vez obtienes la exoneración definitiva, puedes solicitar la eliminación de tus datos de esos registros.
Eso significa que, con el tiempo, podrás volver a operar con normalidad en el sistema financiero: tener una cuenta corriente sin restricciones, alquilar una vivienda sin ser rechazado por “mal historial” o incluso acceder a productos financieros si los necesitas.
La clave está en que esta ley no solo te libera de deudas, también te devuelve tu libertad económica y tu dignidad personal.
Y, por si fuera poco, recuperas tu salud mental, tu energía, tu vida.
Esto es lo que no se dice tanto, pero es lo más importante.
Dejar atrás las deudas te devuelve la paz, la dignidad, el control sobre tu vida.
Clientes que no podían dormir, que discutían cada día en casa, que vivían angustiados… nos escriben meses después diciendo: “He vuelto a sonreír”.
Si te estás preguntando si esto también puede ser tu historia, solo hay una forma de saberlo.